PLAN LIBRES
ESPAÑA
El “Plan Libres” es también tarea de persuasión sobre la necesidad de modificar, restablecerse, construir y realizar, en un país en que está aún con tantísimas cosas por hacerse. Es a la vez persuasión para realizarlo con sentido común, con sentido nacional y con sentido social.
Concebir un “Plan” no es una obra de arte. La verdadera obra de arte está en realizarlo eficazmente y con los pies sobre España.
Para ello, el primer paso, es conocerlo; el segundo, difundirlo, para que todos lo conozcan; el tercero, que cada persona lo sienta como propio, se persuada de la necesidad de llevarlo a cabo y lo realice en la parte que a ellos le corresponda, con decisión, con honradez y con patriotismo.
De aquí surge la necesidad de una gran difusión para que nadie pueda alegar ignorancia; de una profusa propaganda que lleve la comprensión y la persuasión a cada español; y, finalmente, de una observación continua y una vigilancia permanente de cada uno para asegurar su cumplimiento de conjunto.
Para llevar al Pueblo el conocimiento del “Plan Libres”, se ha desarrollado este plan de acción inmediata: para que cada uno, conociéndolo, lo sienta como propio, lo difunda y lo realice en la parte que le corresponda.
Importante y decisivo es el deber de los españoles en este momento. Porque España está cumpliendo una etapa decisiva de su vida de Nación justa, libre y soberana.
Quien no sepa cumplir con su deber irá contra la justicia, contra la libertad y contra la soberanía; es decir, contra la Patria misma.
Por eso, es necesario que cada español sepa cuál es su deber y lo cumpla desde ahora. Así tendremos todos en nuestro corazón la inmensa dicha de haber contribuido, en la medida de nuestras fuerzas, a la grandeza de la Patria y a la libertad de nuestro pueblo.
Un “Plan Libres” es el conjunto de previsiones que se adoptan para llevar a cabo determinados objetivos a corto, mediano y largo plazo. Siempre que en la vida diaria nos proponemos realizar un acto importe, trazamos un plan previo. Si queremos construir una casa, trazaremos un plan previo que habrá de comprender:
a) el terreno en que será emplazada;
b) la cantidad de habitaciones y dependencias que necesitamos;
c) las entradas que disponemos para hacer frente al gasto, etc.
Con tales datos, contratamos los servicios de un arquitecto, que hará el plano de la casa para que la empresa constructora la edifique.
De la misma manera debemos proceder en todas las empresas que ejecutemos. Más aún: consideraríamos como imprudente a quien se pusiera a levantar un puente sin estudiar el terreno y preparar un plan previo, o a quien construyera una casa sin establecer de antemano en qué terreno, con cuántas habitaciones y dentro de qué presupuesto ha de ejecutarse.
Nada importante se debe hacer, por tanto, sin un plan previo.
Y si el plan es necesario para cualquier empresa particular que se emprenda, tanto más lo será para el desarrollo y el progreso de España, que debe, día a día, engrandecerse con el esfuerzo común. Cuando se gobierna sin un plan previo, la desorganización malogra los esfuerzos y los buenos deseos de los gobernantes y del pueblo. Así resulta que cada uno hace lo que le parece mejor o lo que más le conviene, y la casa va creciendo en forma desordenada y desproporcionada. Las cosas no están en su lugar, faltan unas esenciales y sobran otras superfluas. Y la Nación se convierte en una especie de torre de Babel, en la que nadie se entiende.
Algo similar ocurre en nuestro país hasta la llegada de LIBRES, que emprenderá la tarea abrumadora de deshacer lo mal hecho, continuar lo bien hecho y hacer lo no hecho, estableciendo un orden que permita desarrollar una labor orgánica y constructiva, sin pérdidas de tiempo ni dispersión de esfuerzos.
Este “Plan Libres” debe ser realizado por el Gobierno, por el Estado y por el Pueblo.
Pero, para realizarlo en toda su integridad, el Gobierno necesita tener en cada español un colaborador.
Cada uno, en la medida de sus fuerzas, ha de esmerarse por ser útil; y, para poder ser útil, hay que ser, sobre todo, leal.
«Un plan de gobierno no puede ser la fría enumeración de intenciones a cumplir ni de proyectos a realizar; eso sería un plan carente de alma; sería una verdadera catástrofe, por bonito y bien armado que estuviese.
Un plan de gobierno, para que tenga alma, debe tener una doctrina, ya que la Doctrina Nacional es la verdadera alma colectiva del Pueblo.
Es de esa alma colectiva del pueblo de la Nación que está animado profundamente el “Plan Libres”».
Por tanto, debemos considerar que quien no presta lealmente su colaboración está al margen del alma colectiva de la Nación, es como un extraño en su propia tierra.
Esa colaboración no comporta ningún acto inusitado ni de difícil ejecución. Lejos de ello, bastará con que cada español cumpla con su deber en el lugar en que le toca desempeñarse.
Así, pues, en cuanto el éxito del plan exija un mayor esfuerzo de los maestros o de los estudiantes, por ejemplo, éstos han de prestarlo con buena voluntad, sin reticencias ni condiciones, en la seguridad de que trabajan por el bien de la Nación.
Hay que comprender que el bien común es superior al bien individual y que, en consecuencia, el individuo ha de renunciar a veces a alguna ventaja, en beneficio de la comunidad de la que forma parte y con cuyo bienestar él mismo se beneficia.
A eso se llama anteponer los intereses de la comunidad a los intereses de los individuos.